En entrevista exclusiva para el blog, Carlos García, más conocido como "Carloncho", el artista argentino, oriundo de Mendoza, se refiere a sus esculturas en miniatura y la magia que se esconde detrás de cada uno de sus personajes. Arte y naturaleza, en perfecta sincronización.
Por Camila Reveco y Emilce Herrera Cozzoli
camilareveco.mza@gmail.com | emilceherreracozzoli@gmail.com
Argentina
La siguiente es la entrevistas número cincuenta de este blog. Y elegimos, para este número, a un artista que vive y trabaja en la provincia de Mendoza, Argentina, más precisamente en la montaña, -Vallecitos- tan característica de este lugar en el mundo.
Carlos García, más conocido como "Carloncho", nació el 23 de febrero de 1960 y es un gran "escultor de las miniaturas"; un autodidacta que trabaja desde hace más de veinte años con personajes que no superan los quince centímetros de altura.
Los "seres" de este creador, salidos de su imaginación, están fabricados íntegramente con elementos de la naturaleza: semillas, hojas, vainas, tallos, pétalos, plumas e incluso piel de cebolla o ajo. Utiliza para el armado diversos elementos como pinzas y lupas y uno de sus desafíos más grandes al trabajar es, como resalta a menudo: "¡Qué no se note el pegamento!".
"La naturaleza es la mejor maestra de la verdad", dice San Ambrosio; frase que cumple con la convicción y "gran verdad" de nuestro escultor, que elige al otoño como la estación madre que le proveerá de todos los elementos que le servirán luego para instalarse en su taller.
Carloncho es un vecino de la Sexta de la ciudad, esa es en realidad su casa materna, allí se crió. Quedamos en juntarnos para concretar esta nota en un bar típico de la zona pero cambiamos de rumbo y decidimos romper con la etiqueta de un encuentro formal: fuimos a su casa y estuvimos charlando con él rodeados de su obra y compartiendo una cerveza. Formó para del momento también su perra Cepilla.
Entusiasmadas, prendimos las dos nuestros grabadores (en realidad, esa aplicación que tienen los celulares modernos conocida como "Grabador de voz") y resulta ser que cuando nuestra grata reunión concluyó, nos dimos cuenta minutos más tarde, que ninguna había grabado absolutamente nada... ¡nada de nada!
Por eso mismo, a continuación, lo que leerá, no es más que nuestro relato e interpretación de la charla que mantuvimos con nuestro amigo.